

Marco Antonio Pinto. Ex director del diario El Mercurio de Valparaíso y quien fuera también director de El Diario Austral de La Araucanía por 14 años. Profesor de Estado en Pedagogía en Castellano de la Universidad Católica del Norte, Antofagasta; Periodista, Universidad Católica del Norte, Antofagasta. Es miembro de la Academia Chilena de la Lengua, correspondiente a la Real Academia de la Lengua.
Dije al almendro:
-Hermano, háblame de Dios.
Y el almendro floreció.
Haikai se denomina este tipo de poesía brevísima, suerte de fuente ínfima que contiene sabiduría, incitación al alma, invitación a dar un paso hacia el conocimiento del verdadero misterio de lo dicho.
Esto ocurre con los poetas y me ocurre con todos los poetas, aunque me detengo en Pablo Neruda, el viajero inmóvil, como lo definió no recuerdo quién a Pablo. Sé que difícilmente puede interesar o importar la poesía en estos tiempos de iracundas redes sociales o de enfermedad global o de crímenes por doquier o de incertidumbre porque la economía no sé qué. Pero, como alguna vez dijera Albert Camus, uno escribe sobre lo que duele.
Entonces, he aquí algo sobre Neruda y su maravillosa construcción de mundos para que usted, al igual como es deseable que haga con el haikai citado, traduzca, piense, crea, imagine: lo habrá escuchado alguna vez: te recuerdo como eras en el último otoño. Eras la boina gris y el corazón en calma. En tus ojos peleaban las llamas del crepúsculo. Y las hojas caían en el agua de tu alma.
Tierna invocación ésta armada de sentido que pronuncia un corazón algo inflamado por ese tonto, inútil y loco asunto que apelan amor.
O, esta confesión bellísima: Inclinado en las tardes tiro mis tristes redes a tus ojos oceánicos.
Y sigo en la exploración de Neruda: Mis palabras llovieron sobre ti acariciándote.
Y esta conclusión poética es definitiva: Quiero hacer contigo lo que la primavera hace con los cerezos.
Sin embargo, Neruda es también conciencia de su tiempo y de los tiempos posibles, y es cuando, citando a Rimbaud, expresa aquello que es su aspiración humanista: solo con una ardiente paciencia conquistaremos la espléndida ciudad que dará luz, justicia y dignidad a todos los hombres.
Confieso que gozo desde aquellos hermosos días de universidad con Walt Whitman. Confieso que aprendí a escribir, si acaso aprendí, leyendo poesía. Y que me estremece cada día César Vallejo, muy peruano, César Vallejo que dice: Hay golpes en la vida, tan fuertes… Yo no sé! Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos, la resaca de todo lo sufrido se empozara en el alma…
O como el mismo Vallejo en su “El poeta a su amada”: Amada, en esta noche tú te has crucificado sobre los dos maderos curvados de mi beso; y tu pena me ha dicho que Jesús ha llorado, y que hay un viernesanto más dulce que ese beso…
Ya termino. Usted deduce. Quizás mañana. Quizás nunca. Es que es ominosa esta pregunta de Neruda: ¿Es verdad que vuela de noche sobre mi patria un cóndor negro?
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