
Durante la conquista española y particularmente durante la Guerra de Arauco, ocurrieron muchos sucesos inexplicables, uno de ellos, muy bien documentado, guarda relación con la misteriosa aparición en el campo de batalla de la Virgen del Boldo.

Corría el año de 1599, las comunidades mapuches habían destruido las siete ciudades fundadas al sur del Bío-Bío: Imperial, Valdivia, Angol de los Confines, Osorno, Cañete y Santa Cruz. Los españoles sobrevivientes a los ataques, se organizaron y corrieron a través de los bosques para buscar amparo en Penco. Como en esa ciudad no había casas ni alimentos suficientes para la gente, fue necesario enviarlas al norte escoltados por unos pocos soldados.
Cuenta la historia que la guarnición de Penco estaba muy disminuida, no quedaban más de 50 hombres. Ante un inminente ataque mapuche los pobladores, muy angustiados y atemorizados, hicieron una desesperada, pero ordenada, procesión a la Virgen de Guadalupe. Todos iban descalzos, en penitencia.
Al llegar los indígenas e iniciar el ataque, el Capitán a cargo, Joaquín de Benavides salió a enfrentarlos, ganando sorprendentemente el combate con mucha facilidad.
Varios aborígenes fueron tomados prisioneros y mostraban una extraña ceguera, los españoles les preguntaron por qué habían perdido la vista y éstos dijeron que cuando se acercaban a la ciudad, una gran luz potente como un rayo descendió del cielo y una joven luminosa se apareció súbitamente en la copa de un gran boldo, la que había asustando a los atacantes.
La joven descendió, tomó tierra y se la arrojó a los ojos, dejándolos ciegos, facilitando así el triunfo de Benavides.
Desde ese entonces, a la Virgen de la Loma se la llamó la Virgen del Boldo, y a partir de esa experiencia, el ejército mapuche nunca más pudo volver a sitiar la capital del sur.
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