El bienestar infantil bajo amenaza: ¿Qué estamos haciendo mal?

Foto: Universidad Autónoma de Chile

Uno de los estudios publicados por UNICEF en mayo de 2025, titulado “El bienestar de los niños y niñas en países de ingresos altos empeoró drásticamente como consecuencia de la pandemia de COVID-19”, reveló que, en Chile, entre 2018 y 2022, los adolescentes manifestaron una menor satisfacción con sus vidas, junto con un aumento significativo en el sobrepeso infantil y adolescente, y un deterioro en sus habilidades académicas.

Este diagnóstico evidencia cómo, actualmente, niños, niñas y adolescentes expresan conductas de disconformidad respecto de sus logros, apariencia física y vínculos interpersonales, tanto con sus pares como con adultos cercanos. Esta situación, de carácter preocupante, también se observa en la primera infancia, donde los efectos postpandemia han marcado un punto de inflexión en el desarrollo infantil. Se han identificado cambios en los hábitos alimenticios, en las formas de interacción, en el manejo del lenguaje, y en el desarrollo de habilidades y destrezas fundamentales, afectando el potencial de crecimiento pleno e integral que debe ser promovido y resguardado por los adultos responsables en sus entornos.

En el nivel de educación parvularia, estos cambios han sido evidentes, generando retrocesos significativos en el desarrollo del currículo diseñado por el Ministerio de Educación (Mineduc), el cual busca favorecer un desarrollo integral en los niños y niñas. Este escenario plantea desafíos urgentes para los equipos técnicos y profesionales, quienes se encuentran en una búsqueda constante de estrategias que permitan generar experiencias de aprendizaje oportunas y efectivas, incorporando activamente a las familias, cuyo rol en la educación de sus hijos e hijas es insustituible.

Diversos estudios nacionales e internacionales han demostrado que existen habilidades y destrezas que deben ser desarrolladas y fortalecidas durante los primeros cinco años de vida, etapa considerada crucial para una adecuada adaptación a contextos sociales cada vez más dinámicos y exigentes.

Frente a este desafío, las educadoras de párvulos tienen la responsabilidad de monitorear permanentemente el progreso del desarrollo infantil, incorporando experiencias de aprendizaje pertinentes y significativas, que respondan a los intereses y características singulares de cada niño y niña. Estas experiencias deben estar mediadas por didácticas que resignifiquen el valor del juego como herramienta innata y esencial para el desarrollo humano en la primera infancia, en coherencia con los principios pedagógicos que promueven las Bases Curriculares de la Educación Parvularia del MINEDUC. El objetivo es mantener un equilibrio que garantice una educación de calidad, orientada al desarrollo pleno de los niños y niñas.

Asimismo, es fundamental que las educadoras de párvulos avancen en la actualización y modernización de sus prácticas pedagógicas, promoviendo una reflexión constante al interior de los equipos educativos. Esta reflexión debe estar orientada a fortalecer la integralidad de los procesos formativos, incorporando recursos didácticos y metodologías que mantengan viva la motivación por aprender en los niños y niñas.

El llamado urgente es a mantenernos, como sociedad, atentos y comprometidos con la protección y garantía de una infancia plena. Solo así podremos formar adultos con herramientas que les permitan alcanzar su realización personal en el marco de una sociedad empática, justa y solidaria.

Be the first to comment

Deja un comentario