

Marco Antonio Pinto. Ex director del diario El Mercurio de Valparaíso y quien fuera también director de El Diario Austral de La Araucanía por 14 años. Profesor de Estado en Pedagogía en Castellano de la Universidad Católica del Norte, Antofagasta; Periodista, Universidad Católica del Norte, Antofagasta. Es miembro de la Academia Chilena de la Lengua, correspondiente a la Real Academia de la Lengua.
Septiembre es un mes compulsivo. Septiembre es un mes que duele. Septiembre es indeclinablemente para siempre, con todo lo que es.
A la hora de escribir, mi página electrónica permanece en blanco largo rato, y no porque no estén los temas que sí están y que pugnan por asomar con cierta energía, sacudiendo la memoria y los recuerdos y trayéndonos de vuelta, por ejemplo, a Nesko Teodorovic y a Elizabeth Cabrera a quienes el 15 de septiembre de 1973, en el norte, les fue aplicada la ley de la fuga y fueron asesinados a tiros por la espalda. Elizabeth llevaba un embarazo de cuatro meses, todo allá en mi universidad, cuando se nos hizo pedazos en el suelo lo que nos quedaba de inocencia y que, por esa causa y varias otras, dejé de creer que Dios existe.
Nesko estudiaba periodismo y por eso mi recuerdo es más persistente.
Decido escapar de los recuerdos para que no me mate hoy mismo la tristeza.
Opto por escribir sobre una fantasía con residencia en la realidad.
Voy a contar que el príncipe se llama Penigram Muda Ají al Muthadee Billah, 30 años, hijo de uno de los hombres más ricos del planeta cuya fortuna se calcula en 14 mil millones de dólares. Fue el novio. Y la novia, Dayangku Sarah Binti Penigram Salleh ab Rahaman, una plebeya, 17 años.
El sultanato de Brunei tiene una población de 460 mil habitantes. Su superficie alcanza apenas los 5 mil 777 kilómetros. La boda fue fastuosa y solo el vestido de novia costó 5 millones de dólares, mientras el ramo nupcial consistió en una fantasía de oro macizo con tal cantidad de diamantes que no fue posible contarlos.
Y no era cuestión de casarse y se fueron todos para la casa. No. Las celebraciones duraron 15 días y a la boda asistieron 6 mil invitados. Es interesante decir que el palacio real, escenario de la boda, tiene 1778 habitaciones, 200 baños, 2000 teléfonos, un comedor para 4 mil personas. En la ocasión, los novios se sentaron en tronos de oro macizo; los invitados en sillas, también de oro. El automóvil en que la pareja recorrió los 8 kilómetros para saludar a la concurrencia era un Rolls Royce dorado intenso. Lo custodiaron 100 limusinas.
Ahora bien, el príncipe en cuestión no es un tontito de remate. El príncipe estudió diplomacia, derecho, economía y política en la Universidad de Oxford. Hay que decir que esa inmensa fortuna de 14 mil millones de dólares, ya fue superada por la fortuna de Bill Gates lo que advierte sobre la manera cómo evoluciona la vida y cómo la comunicación virtual supera a los pozos petrolíferos, mismos yacimientos que posibilitan que los ciudadanos de ese sultanato reciban educación y salud gratuita y que sean eximidos de pagar
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