El estallido social del 18 -O marca un hito en nuestra historia republicana que se expresa en protestas por demandas insatisfechas y un descontento generalizado hacia el mal trato por parte del Mercado a usuarios y consumidores.
Ejemplos tenemos varios; en salud pública, un servicio del cual depende el bienestar y también a menudo la vida de millones de compatriotas, la larga lista de espera se prolonga por un tiempo excesivo, muriendo muchos chilenos esperando por una atención oportuna y de calidad, lo cual se ha visto agravado con la pandemia del Covid-19, con exámenes ,procedimientos e intervenciones en aumento. Por contraparte, en la salud privada es rápido o relativamente breve el tiempo de espera, para el que tiene Isapre y puede pagar, pero como la mayoría de la población depende del Fonasa, millones se ven condenados a seguir esperando.
Del mismo modo, las miserables pensiones tienen a una buena parte de los chilenos hipotecados con sus ahorros forzosos en las AFP, sistema que perpetúa la desigualdad y no asegura ingresos suficientes para subsistir dignamente.
Lo mismo ocurre con el acceso a vivienda y agua potable rural, lo que se ha convertido muchas veces en un laberinto difícil de sortear.
La inseguridad frente a la delincuencia es otro flagelo que mortifica a la población que se encierra en sus casas, mientras quienes delinquen están libres en las calles y plazas.
Los abusos de las grandes tiendas y entidades de servicios básicos -incluyendo a las telefónicas y concesionarias- mantienen la letra chica para profitar del desequilibrio en los contratos en perjuicio de los usuarios y consumidores; con un Sernac carente de facultades o usándolas escasamente para defender al más débil. Y si a ello le agregamos las colusiones en los precios de productos sensibles, entonces tenemos la tormenta perfecta para la rebelión en contra de todo el sistema.
Por eso existe el enojo y malestar con “la Política “y con los “Políticos “. Ya la gente no quiere explicaciones, sino soluciones . Por ello es indispensable cambiar el rol del Estado de uno subsidiario a uno responsable de asegurar la salud, educación, vivienda, seguridad ante la delincuencia, pensiones dignas y el término de los abusos del Mercado.
Es cierto, que no nos gusta la violencia que lamentablemente se ha infiltrado en varias manifestaciones sociales, pero habría que ser muy ciego para no reconocer que Chile tiene que cambiar y el cause democrático y socialmente sostenible que aísle a los violentistas reside en una participación cada vez más directa de los chilenos y chilenas que sólo piden un país más justo y de verdaderas oportunidades para todos y todas.
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