
La pandemia de Covid-19, ha expuesto las desigualdades que subsisten en la región. Hoy, miles de personas recurren a las ollas comunes que han surgido como respuesta a la necesidad, en barrios de clase baja y media, para poder alimentar a sus familias.

A medida que avanza el Plan paso a Paso, y La Araucanía va saliendo a poco del confinamiento, nos vamos dando cuenta que todavía hay gente en la región que no puede suplir una necesidad básica, alimentarse.
Para ellos, las ollas comunes son la única posibilidad de asegurar un plato de comida para el día a día, incluso, para llevar a sus familias.
Es por esto, que la solidaridad comunitaria se activa, se crean las ollas comunes (que tienen su origen en la crisis económica de los ochentas) y se cocina masivamente, con los aportes solidarios de vecinos, Iglesias, Carabineros y el que pueda dar algo para el necesitado.
Mujeres pobladoras, sencillas, pero con un gran corazón, como es el caso de la Sra. Angélica Díaz de la olla común “Pobladoras de El Progreso”, ella nos comenta: “Mantener una olla común en tiempos de pandemia es muy difícil, por que las ayudas han bajado, aunque todavía podemos contar con particulares que nos han ayudado a seguir manteniendo esta obra. Hay que decirle a la gente que se ponga la mano en el corazón, porque todavía hay gente sin pega, que no tiene para comer. Comenzamos atendiendo 20 personas y ya vamos hoy en 120, se puede”.
Las ayudas estatales siguen siendo insuficientes, los efectos de la pandemia aún nos golpean a todos, sin distinguir barrio o clase social. Mientras tanto, las ollas comunes siguen trabajando y garantizando un plato de comida ante la dura crisis sanitaria y económica que enfrenta La Araucanía y el resto del país.
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