Los fantasmas del Museo Ferroviario de Temuco

En la antigua maestranza se cuentan viejas historias de apariciones y encuentros con seres de otro mundo. Un lugar en el que según antiguos trabajadores ferroviarios, los fantasmas estaban a la orden del día.
El día de hoy, poco se habla de historias de ultra tumba en el lugar.

Cuando uno piensa en historias de fantasmas, las primeras imágenes que nos se vienen a la mente son tal vez viejas, neblinosas e impregnadas de polvo y cadenas arrastrándose a medianoche. En Temuco, existe un lugar en el que las paredes del tiempo parecen haberse disuelto y abierto al mismo tiempo, transformándose en un portal hacia el más allá.

Hay muchas historias del tiempo en que La Maestranza de trenes de Temuco funcionaba, aquí les contaremos un par de ellas.

El Inspector Fantasma

¿De qué se trata esta historia? Se dice que era un auxiliar al que le tocó hacer una inspección de rutina. Sin embargo, no avisó al Puesto Central de Control sobre su descenso a las vías. Por lo que trágicamente fue atropellado por un vagón y murió al instante.

Lo más macabro es que en esa época, los trabajadores se encontraban con él. Al inicio los trabajadores pensaban que de verdad era un inspector que solo hacía su trabajo en las vías. Pero después se daban cuenta de que habían estado platicando con un muerto.

La radio de otro mundo

Antiguamente había en la entrada una caseta, que quedaba muy cerca de la tornamesa central de la Maestranza. Algunas noches, los funcionarios comentaban que la radio a pilas que estaba en el interior, tocaba antiguas canciones de varios lustros atrás, dejando escuchar las voces de locutores que habían muerto hace décadas.

Víctor Toloza Burgos (49 años), pequeño empresario temuquense, recuerda que en una visita escolar a la antigua Maestranza, fue testigo de algo realmente insólito.

“Nos encontrábamos esa tarde, en una visita planificada del colegio a la Maestranza ferroviaria. Todo había transcurrido con normalidad hasta que llegamos a los talleres y las antiguas oficinas. Recuerdo que había una escalera de fierro que ascendía hacia el segundo y tercer piso del edificio. De pronto de la nada, vimos aparecer una silueta que iba subiendo los escalones en dirección a una puerta en el segundo piso del lugar, avanzaba como si estuviera sola, como si no notara nuestra presencia. Quedamos estupefactos frente a la aparición. Una vez que nos recuperamos del impacto, lo que finalmente nos heló la sangre, fue que aquella figura solo llegaba desde la cabeza hasta la cintura, para abajo no tenía piernas. Sin embargo, escuchábamos claramente sus pisadas en los escalones metálicos… clack! clack! clack! Nunca más volví a visitar la antigua Maestranza.

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