De ningún modo estamos a salvo de la demencia, de ningún modo

Marco Antonio Pinto. Ex director del diario El Mercurio de Valparaíso y quien fuera también director de El Diario Austral de La Araucanía por 14 años. Profesor de Estado en Pedagogía en Castellano de la Universidad Católica del Norte, Antofagasta; Periodista, Universidad Católica del Norte, Antofagasta. Es miembro de la Academia Chilena de la Lengua, correspondiente a la Real Academia de la Lengua.

El hombre es el único animal que sufre tan intensamente que ha tenido que inventar la risa.

Este potente aforismo pertenece a Nietzsche. Y es a propósito de este aforismo que observo e interpreto la realidad, y escucho que los camioneros que tienen secuestradas las carreteras de este sur, en un momento de patético fervor patriótico, entonaron el himno nacional agregando aquella estrofa de “vuestros nombres valientes soldados”, residuo que yo creía olvidado pero que, sin duda, todavía tiene residencia en los  nostálgicos de un ayer olvidable. Lo cierto es que experimenté un sacudón de leve sufrimiento para, luego, reír. No era posible que hubiera ocurrido aquello, pero ocurrió.

Este verdaderamente insólito incidente de camioneros tan patriotas, me lleva a recordar a Gabriel García Márquez en su discurso de aceptación del Premio Nobel 1982 donde cuenta que Antonio Pigafetta, un navegante florentino que acompañó a Magallanes en el primer viaje alrededor del mundo, escribió a su paso por nuestra América meridional una crónica rigurosa que sin embargo parece una aventura de la imaginación. Contó que había visto cerdos con el ombligo en el lomo y unos pájaros sin patas cuyas hembras empollaban en las espaldas del macho, y otros como alcatraces sin lengua cuyos picos parecían una cuchara. Contó que había visto un engendro animal con cabeza y orejas de mula, cuerpo de camello, patas de ciervo y relincho de caballo. Contó que al primer nativo que encontraron en la Patagonia le pusieron enfrente de un espejo, y que aquel gigante enardecido perdió el uso de la razón por el pavor de su propia imagen.

Y García Márquez sigue en su relato de asuntos que pareciera que no, pero que sí; por ejemplo, según narra el escritor: la independencia del dominio español no nos puso a salvo de la demencia. El general Antonio López de Santana, que fue tres veces dictador de México, hizo enterrar con funerales magníficos la pierna derecha que había perdido en una guerra.

Por supuesto, hay más: el general García Moreno gobernó al Ecuador durante 16 años como un  monarca absoluto, y su cadáver fue velado con su uniforme de gala y su coraza de condecoraciones sentado en la silla presidencial.

Imagínese usted tamaño afán delirante, por favor imagínese. Y vamos de vuelta al aforismo de Nietszche: el hombre es el único animal que sufre tan intensamente que ha debido inventar la risa, esta vez respecto de una realidad con residencia en la vida de este país, una suerte de  nuevo Macondo afincado en cien años de soledad y en el muy frecuente aparecimiento de personajes de la política chilena que se confiesan de última hora socialdemócratas después o al mismo tiempo de llevar una vida entera ubicado en la derecha política más dura. Lavín se llama, Antonio López de Santana se llamó.

Usted me disculpa, pero esto equivale al entierro con funerales magníficos de la pierna derecha que había perdido López Santana en una guerra. ¡Dios nos libre!

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